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Luz y Niebla: Una historia de Navidad

January 3, 2010 Journal
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Despertamos y hay niebla en la ciudad. Es la época de invierno, de mucho frío y de espesa neblina. Acá, en San Cristóbal de Las Casas celebramos el nacimiento de Jesús, el símbolo inspirador de nuestros pasos en la vida; y no permitimos que la neblina ciegue y confunda el significado de este nacimiento ni que nos haga perder el camino.

 

Jesús nació en tiempos de densas nieblas. Herodes, como muchos gobernantes, se sentía poderoso, controlaba la información y aplicaba toda su furia a la oposición. Por eso, intentó cooptar a aquellos magos, reyes de religiones y pueblos diferentes que muy adentro de ellos escucharon el inicio de una nueva era. Ellos, guiados por la luz superior y las revelaciones de sueños y con  intuición del corazón, se distanciaron del asesino. Ellos brindaron su adoración – a aquel uno pequeño, uno niño, uno del pueblo, uno pobre, a Jesús. Herodes no soportó un rival que uniese pueblos y religiones lejos de su control, y ordenó la muerte de los niños. Con clara memoria del dolor del mundo, Jesús creció e invirtió su vida a alumbrar, como aquella estrella que iluminó a los magos de oriente. Jesús abrió la neblina con su denuncia y su anuncio de justicias, con la sanidad y perdón, y con sus palabras y gestos dignificó las vidas de muchos hombres y mujeres.

 

Doris y yo sentimos un inmenso privilegio de estar de vuelta en Chiapas y de sentir que aquella estrella nos indica el camino. Nuestros hijos se quedaron en Puerto Rico, y nosotros, rogamos por ellos para que sus caminos sean iluminados con la misma luz que alumbra las sendas ministeriales en Chiapas. Una luz disipa las tinieblas de nuestras vidas y de este desafiante contexto ministerial.

 

Volviendo en la noche muy tarde de una reunión en comunidad, bajamos con Juan Ramón un joven maya de 19 años. Juan Ramón estaba angustiado por un sueño que se repetía a diario; vacas bravas que le perseguían, que le entregaban piedritas brillantes, y un querido amigo ya muerto que como cadáver le invitaba a fumar. Juan Ramón se negaba y le enseñaba las piedritas. La angustia del sueño, le despertaba en llanto y ya no sabia que hacer.  Mientras platicaba, el camino parecía hacerse eco de su dolor porque esa noche la niebla era tan densa que apenas veíamos el camino a 3 pies de distancia, íbamos lento. Platicamos, y en ese preguntar y discernir de su sueño, Dios reveló su soledad, su dolor por la perdida de su amigo, su vergüenza al distanciarse de Dios, y los valores culturales que el aún atesoraba y que temía perder. Allí entre nieblas y caminos solitarios, Juan Ramón invitó a Jesucristo como su guía y amigo, pidio su perdón. Allí en la cabina de la camioneta nos hicimos familia. Allí en la densa niebla se hizo la luz.

 

Muchos jóvenes indígenas sufren no solo la pobreza extrema, y la migración forzada, sino también el despojo de su cultura y valores comunitarios. Muchos reciben la avalancha cultural dominante sin encontrar espacios que les permitan procesar los cambios, como ajustarse a estos, o menos aún como discernir los valores contrarios a su historia, cultura y memoria como pueblos mayas. La niebla amenaza hacerles perder el camino.

 

Por otro lado, en Chiapas se escucha un lamento como en la antigua Ramá. Hay un aumento de intimidaciones, agresiones, cateos, detenciones y allanamientos del estado contra aquellos que escapan al control de Herodes. Una rabia digna se aumenta con cada asalto. Hay también un aumento en los símbolos, luces e imágenes brillantes sobre la Navidad que nublan el compromiso profundo con Jesús con una vida superficial y tonta. Hay una densa neblina y podemos perder los pasos.

 

No obstante, la luz de la vida nos señala poco a poco el camino a seguir. Preguntamos a los que caminan con nosotros: ¿hacia donde caminamos? ¿seguimos caminando? Los hermanos y hermanas mayas nos acompañan y juntos trabajamos con estos jóvenes. Y ustedes con su palabra, con su presencia solidaria, con sacrificio, y con valentía se atreven a acompañarnos... Nos dicen, SI, hay una luz en el camino... y por eso le entramos. ¡Gracias por caminar con nosotros en medio de la neblina!

 

Que este periodo de re-memoria del “Immanuel – Dios con nosotros” sea de profunda renovación personal y familiar. Que haya PAZ.

 

En la luz de Jesús,


Ricardo