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Y vino el río...

October 9, 2010 Journal
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La tormenta Mathew dejó resultados muy fuertes para muchos pueblos indígenas y ciudades en los estados del sur de México. Luego de más de 30 horas de lluvia en la cordillera, en la noche del 25 de septiembre, el río Shuljá que pasa por el centro de la ciudad de Yajalón, se desbordó y creció hasta 2 metros de altura, dejando una estela de destrucción y muerte a su paso.

Visita a Yajalón

El jueves 30 de septiembre fuimos a Yajalón con la donación solidaria del Hno. Salomón y hna. Consuelo (Iglesia Renovación), de Marianne del INESIN, del pastor Jaime Patricio (CAFI) y de nosotros, el Seminario intercultural Mayense (SIM). Me acompañó en el viaje Pedro Aurelio, alumno del SIM y el pastor Humberto de Zapata. Llegamos a la casa del pastor José Sánchez. Su hija, Cristabel, nos estaban esperando con algunos hermanos de la iglesia. Con devoción y esperanza, bajamos la carga y preparamos 80 despensas individuales. Con éstas cargamos la camioneta y fuimos a repartirlas por las casas más afectadas por las lluvias. El recorrido nos permitió ver y escuchar a este quebrantado pueblo.

 Angustia y Solidaridad

Caminando por el pueblo, los hermanos nos contaron que el día de la tragedia estaban en una velada de oración. Llovió con fuerza aterradora desde las 5 de la tarde. La velada fue cerca del parque de convivencia infantil; que fue el primer lugar, donde el río que atraviesa la ciudad se desbordó. Saliendo de la vigilia, vieron que el agua había entrado a dos metros de altura en las casas y que furiosa se había llevado las pertenencias de muchas casas. Viendo lo que estaba sucediendo, los hermanos comenzaron a rescatar personas de los techos y de sus casas, y a sellar, con lágrimas, las puertas de las casas para guardar las pocas o muchas pertenencias de las manos de los rateros que aprovechaban el estado de shock de los afectados para saquear.

Sin darnos cuenta, habíamos llegado a la localidad de la que veníamos hablando. Sacamos despensas, y repartiéndolas, una mujer tseltal y su hija me enseñaron donde vivían y como habían quedado sin nada. Un joven originario de Zapata me dijo que en su comunidad un cerro se derrumbó y aplastó su casa; y que en Yajalón donde renta y trabaja, el río se lo llevó todo.

 En otra vecindad, nos enseñaron un tributario que desemboca al río principal. Narraban la ira con que golpeó y forzó la entrada en las casas a la orilla del río. Su fuerza era tal, que quebró las paredes traseras, conectando así su furioso caudal a las aguas violentas del Shuljá. En su paso, vació los inmuebles; arrastrando televisores, camas y todas las pertenencias, y en no pocos casos a las personas, por los huecos de las paredes.

Entramos en algunas de estas casas y hablamos con algunos de sus residentes. Con angustia reflejada en sus rostros, el hno. Marco Antonio y la tía de Cristabel estaban agradecidos que esa noche pudieron abandonar sus casas cuando el agua había subido 1 metro y medio. Veían y escuchaban la fiereza del agua, y el miedo les aterraba. Don Marco Antonio nos contó que él y su esposa se subieron a la 2da planta de su casa, para después pasarse por el techo de zinc a la casa del vecino por miedo a que el delirante río se llevara toda su casa. Milagrosamente pudo salvarse cuando el río arrancó de raíz la casa donde estaban parados. Fue esa, la del vecino, que el río se llevó por completo.

Frente a esta calle enlodada, con escombros amontonados en las esquinas y carros abollados y enlodados por dentro y por fuera; que vimos brigadas de jóvenes con carretillas, palas, escobas, ayudando a levantar escombros; y grupos llevando comidas calientes a los afectados. 

 Ese día, al último lugar que fuimos fue a Pulpitillo, a visitar a Alberto y Armando. Estos hermanos estaban en la vigilia cuando ocurrió la catástrofe. Cuando llegaron a sus casas se encontraron que lo habían perdido todo. Sus casas están a la orilla del río, y éste las cubrió por entero hasta el techo. No obstante, lo que ellos destacaron fue lo conmovidos que estaban, de que hermanos católicos les hubiesen llevado comidas calientes y que pentecostales hubiesen ido a ayudarles a desescombrar y lavar sus casas.

Meditamos con ellos acerca del enigma del dolor y de la presencia fiel de Dios en medio la angustia. También, nos acordamos del dolor de la Pachamama a causa de los maltratos irresponsables que le hemos dado por querer acomodarnos a estilos de vida insostenibles que atentan con el equilibrio de la Madre Tierra. Oramos implorando la piedad de Dios.

 Une tu Fuerza y tu Corazón

Ante la desgracia, algunos aprovechan el estado de shock en que está la gente para desvalijar y sacar partido para ellos mismos. En la angustia que vive Yajalón, el consejo que les están dando a las mujeres es que anden por las calles principales, porque en los callejones están violando mujeres. Frente a los indolentes, están los que se ofrendan y acompañan al pueblo en su dolor; por supuesto entre ellos la iglesia Bautista Alfa y Omega de CICEM, con quien hicimos este recorrido y distribución de despensas.

Sé que ustedes, también, están en ese grupo que cura el quebranto de sus hermanos.

No sólo Yajalón está afectado. De Tacuba Nueva, a un hno de la iglesia de CICEM, el río le arrebató su esposa. En Zapata se desprendió un cerro, dejando a la gente sin casas. Así también pasó en El Jardín y en otras comunidades. Lo más trágico no es la pérdida material, sino la muerte de los prójimos. Muchos están poniendo letreros con fotos de sus seres queridos desparecidos. Las cifras oficiales son de 5 muertos, pero la gente habla de unas 120 personas, solo en Yajalón.

Al presente la invitación es a responder a la emergencia con alimentos, medicinas, detergentes, también, con presencia solidaria. A esta fase, sigue el colaborar en la restauración de las viviendas y de los medios de vida. Acércate y desborda tu amor al prójimo con una ofrenda de corazón profundo. Todavía falta mucho por hacer.

Gracias por tu acompañamiento a este caminar que en medio del lodo y del dolor hacemos en el nombre del Señor. ¡Gracias!   

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